
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de diciembre.- El presidente Vladimir Putin ordenó una ampliación de la presencia militar rusa en la región ártica para subrayar su reclamo territorial, un día después de que Canadá anunciara su intención de reclamar soberanía sobre el Polo Norte.
Algunos temen una nueva Guerra Fría con las ambiciones de Putin en abierto choque con las del primer ministro Stephen Harper.
El Ártico es el punto que hoy llama la atención. Después de todo, hasta hace poco “el polo” no pertenecía a nadie. Pero recientemente, cuando el deshielo abrió posibilidades de explotación en territorios que se supone son ricos en hidrocarburos y depósitos minerales, comenzó una nueva carrera en la que Canadá y Rusia llevan la delantera, pero también participan Estados Unidos (vía Alaska), Noruega y Dinamarca (vía Groenlandia).
Mucho del reclamo se basa en leyes sobre derechos económicos exclusivos, sea en términos de la distancia de la costa o de la plataforma continental, que la ley reconoce como legítimas bases.
Pero las implicaciones son mucho mayores e incluyen razones geopolíticas, ésas que presuntamente habían sido marginadas hace años.
Después de todo, es el siglo XXI y la era de los imperios ya pasó. Por lo menos eso dicen. El Imperio Británico y el francés se disolvieron, con una resignación más que renuente, en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Y eso dicen los libros de historia. ¿Deveras?
Francia mide 289 mil kilómetros cuadrados, pero si se toman en cuenta sus “territorios de ultramar” y sus aguas territoriales, mide más de 11.5 millones de kilómetros cuadrados.
Y eso sin considerar dos factores que a veces tienen una cierta importancia, como la ubicación geográfica de tales territorios y las posibles riquezas a las que le dan acceso.
Y por supuesto un tercer hecho: el territorio que reclama en el continente Antártico, o sea el Polo Sur.
Los territorios de ultramar franceses le dan acceso a zonas geopolíticamente importantes en el Pacífico sur, en el océano Índico. Los recursos que los derechos sobre el suelo oceánico pongan a su alcance son otro, y nada desdeñable, cantar.
Y es lo mismo que ocurre con territorios ingleses dispersos alrededor del mundo, aunque la palma se la llevan los estadunidenses, que entre territorios autónomos y asociados logran ocupar una superficie de más de 11 millones de kilómetros cuadrados.
En otras palabras, si se suma la superficie de tierra, el territorio de EU llega a los 21 millones de kilómetros cuadrados.
EU tiene el primer lugar entre los países con zonas marinas. Parte es gracias a la península de Alaska, pero también a Hawaii, y a las islas Guam, y a Puerto Rico, y a Samoa, y las islas Marianas, y...
Francia es el segundo país con mayor zona económica exclusiva, por delante incluso de Australia y Rusia, naciones que tienen de hecho un litoral mucho mayor. Pero no tienen a Tahití en el Pacífico, o Martinica y Guadalupe en el Caribe, o Saint Pierre et Miquelon en la costa canadiense del Atlántico o la isla de la Reunión en la costa este de África, ahí, al lado de Mozambique.
Pero no más colo.... perdón, territorios de ultramar. Tampoco contemos los 14 países del África francófona que al ser liberados por su “Madre Patria” quedaron atados a ella por el cordón umbilical de la economía y la dependencia.
Y bueno, sí, tal vez no sea lo que antes hubo, los “polvos de aquellos lodos”, pero lo que queda no es nada despreciable.
Gran Bretaña tiene reclamos de mar territorial o Zona Económica Exclusiva sobre unos 6.8 millones de kilómetros cuadrados. Y esos van de la Islas Vírgenes en la región meridional del Atlántico o las Falkland (Malvinas) en el Atlántico Sur a Diego García en el océano Índico. Nada despreciables ciertamente desde un punto de vista estratégico.
Y como en todos los casos, por supuesto, queda la posibilidad de que tengan un considerable valor económico. La posibilidad de que haya petróleo, por ejemplo, acentúa el interés argentino en reclamar la soberanía de las Malvinas que los británicos detentan.
Por todas sus quejas sobre Gibraltar, España no lo hace mal con Ceuta y Melilla, las ciudades autónomas en la costa de Marruecos.
Portugal, a su vez, más que triplica su territorio gracias a las islas Azores y Madeira.
Dinamarca y su territorio asociado de Groenlandia, sumado a las Islas Faroe, atienden un área más que considerable y ciertamente mucho mayor que su superficie original, sin contar su reclamo sobre parte del Ártico.
Un tema aparte es el de China, que comienza a proyectar su poder en una región donde existe la posibilidad de múltiples soberanías superpuestas. El intento chino de reclamar aguas –y fondos marinos– del llamado Mar de China la ha llevado a roces con Taiwán, Indonesia, Filipinas y Vietnam, entre otros.
De hecho, de acuerdo con recientes reportes, Japón inició un proceso de rearme para defender sus propios reclamos en la zona marina limítrofe, y en disputa con China.
Los imperios se habrán ido. Las consideraciones geopolíticas y geoeconómicas, evidentemente no.
¿Qué es la zona económica exclusiva?
La Zona Económica Exclusiva es un área situada después del mar territorial que mide 200 millas náuticas. Su existencia, límites y derechos se acordaron durante la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar.



