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Daniel Jiménez Cacho, Hollywood le interesa

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CIUDAD DE MÉXICO, 3 de abril.- Daniel se sincera, saca de su bolsillo un teléfono celular y dice: “lo compré en Tepito, me salió barato y bien bueno… es más, me ayudaron a bajar una aplicación que en Telcel se tardan como cinco días, aquí un amigo conectó mi teléfono a su computadora y en 15 minutos quedó, aparte me cobró 50 pesos”. Es querido, es más, muy querido y admirado desde que volteó su vista para el llamado barrio bravo, no para criticarlo o para señalarlo como uno de los lugares donde habitan más delincuentes, según las autoridades, si no para trabajar en un proyecto artístico, como él lo llama, y que ahora ya tiene un nombre: Crónica de castas, una serie que se estrena hoy por Canal Once y que habla de la diversidad de razas y clases en México, donde por si fuera poco, debuta como director.

—Gran expectativa para Crónica de castas… ¿a raíz de qué nació la idea de llevarla a cabo?

Ésta es una idea original de Andrés Solano y Jimena Gallardo, que me lo platicaron y me invitaron a que lo dirigiera. Lo acepté, porque justamente toca temas muy importantes de nuestra vida cotidiana, temas que se discuten poco en la televisión, surgen más en redes sociales que nos hace pensar en que cada vez tenemos una sociedad más polarizada por temas de clasismo, racismo, sexismo, colores de piel, marcas, entonces me pareció muy bueno propiciar que se reflexione esto a través de la ficción de una manera humana, acercándonos a un barrio estigmatizado, criminalizado que por esta razón de etiquetarlo, pues lo ignoramos, pero en realidad ignoramos todo, no sabemos qué ha pasado ahí, ni qué sigue pasando. Es un acercamiento humilde, no es una serie que nos va a hacer comprender todo el fenómeno que es Tepito, pero entramos a el barrio para conocerlo porque es un corazón de la identidad nacional donde todos tenemos que ver. Es Tepito en contraste con las otras maneras de vivir. Es muy curioso cómo el fenómeno racista vive en un propio estrato social.

—Canal Once, la televisora apta para este proyecto…

La única, no existe otra ventana ni otro lugar para tener estos márgenes de libertad y creatividad. Yo he trabajado en las televisoras privadas y es imposible, tú como creativo, no decides el elenco, la forma, la imagen, el equipo y aquí hubo todo. Para mí es muy importante que sea en la televisión pública que tenga la audacia de hablar de estos temas. La directora (de Canal Once) piensa como nosotros que son temas que le interesan a la sociedad. En realidad en México vivimos arrinconados, porque si no fuera por el Canal Once, no hay otro, hay un duopolio que tiene el noventa y pico por ciento de la audiencia y no hay otra.

—¿Tuviste algún tipo de restricción, ya que se dijo que recortaron los capítulos?

Eran 13 y al final sólo se hicieron 9, pero no sé qué pasó. No fueron cuestiones de presupuesto.

—¿Cómo fue el trabajo de campo para Crónica de castas?

Fue poco a poco, al principio hay desconfianza porque la gente está muy escamada de que sólo se ve el tema de la violencia y demás. Estuve platicando con los comerciantes para contarles las historias y una vez aclarado eso, las puertas se nos abrieron y ahora tengo un montón de amigos de gente muy solidaria y entrona y a raíz de eso surgió otro proyecto que se llama Safari.

—¿Qué es lo que más te gusta del barrio bravo?

La gente, su carácter, su inteligencia, lo directos que son. No hay medias tintas. Son muy netos y muy originales en su modo de vestir, en su modo de arreglarse, hay mucha creatividad. Si vas a la Condesa todo es más homogéneo desde los restaurantes y gente. Aquí está lleno de originalidad, gente que creó su ropa, en fin. Hay gente de todo el mundo que se concentra en Tepito. Es muy rico, hay migrantes, esto genera modas, lo último de las mercancías está ahí.

—¿Qué has comprado en Tepito?

Este celular y lo más increíble, estaba bloqueado por alguna cosa, donde en Telcel te piden cinco días para que te lo arreglen, y fui con alguien, lo enchufó a su computadora y me lo arregló en cinco minutos y me cobró 50 pesos, mi teléfono jala perfectamente.

—Debut como director… ¿Cómo te decidiste a dirigir?

Ya tenía ganas de hacerlo, pero si no lo busco, no va a suceder. Vino Andrés y listo, fue una experiencia increíble, aprendí demasiado que todavía estoy digiriendo y tuve la suerte de armar mi equipo muy sólido con gran experiencia. Ellos me enseñaron mucho. Pura gente de primer nivel y eso se verá. Estoy contento con el resultado, pero no puedo dejar de mirar todo lo que me falta como director para tener un mayor dominio del lenguaje. Fue un gran nivel de actuación, la interacción de no actores con actores, eso fue algo muy rico, pero me falta mucho para dominar el medio, pero iré adquiriendo con estudio.

—¿Cómo fue el proceso de la selección de actores?

Con Natalia Beristáin, yo ya la conocía, entonces ya teníamos un lenguaje común de lo que nos parecía. Y luego con la cosa racial había que agregarle que fueran buenos actores. Hay gente conocida y no conocida, que todos son excelentes.

—Las historias… ¿qué vamos a ver?

Son historias unitarias que empiezan y se acaban en cada capítulo, pero están atravesadas por una historia que transcurre y esa es la historia de una chica que sale de San Ángel, de una familia disfuncional y conoce a un tepiteño taxista y hay una relación entre ellos, y nos enteramos de la vida de éste. La historia de un futbolista transexual, un chavo rapero, la historia de un zapoteco diablero que se enamora de una jovencita, la historia de un exetarra que quiere dejar su pasado y vende un lote de armas en el barrio; la de un judío discriminado por otros, que es un vendedor de telas. El bajo mundo como se relaciona con la autoridad; hay temas de represión política.

—¿Tuviste algún tipo de censura?

Hubo intentos, pero no lo consiguieron.

—¿Por qué en México no aparecen tan seguido estas series?

Creo que es una colusión del duopolio televisivo y el gobierno. Televisa se manifestó cuando comenzó Canal Once a ganar audiencia gracias a estas series distintas. Televisa públicamente manifestó su enojo y dijo que la competencia era desleal, entonces es guerra de mercados y hay mucha presión sobre Canal Once por ampliar su cobertura y contenidos. En todos los medios hay un control de los contenidos.

Safari Tepito, otro proyecto interesante… ¿A qué se refiere?

Tiene el mismo espíritu que la serie, pero el público va hasta adentro. Representamos cuatro escenas en cuatro casas de gente de ahí, recorremos el barrio, estamos conviviendo cuatro horas y vemos de cerca, conociendo a los seres humanos, pero también es un intercambio porque cuatro actores profesionales convivieron 15 días con cuatro tepiteños, de esa convivencia surge un texto, que son los temas que a ellos les interesaban, de sueños, dificultades y eso es lo que se representa. El actor hace un ejercicio de encuentro donde generas una plataforma donde lo humano es común a todas las clases. Se da un encuentro bien profundo; ya llevamos una semana y estoy muy contento con el resultado. Es una experiencia de vida a través del arte, donde al interior del barrio ha provocado unas cosas fantásticas porque hay mucha gente de ahí que nos ayudan, chicos que nos llevan a donde queramos en sus motos; toda la seguridad nos la provee el barrio y la gente asiste. Esto lo podemos ver jueves, viernes, sábado y domingo.

—¿Daniel debe de ser un rey en Tepito?

Sí, yo espero que les guste la serie, entonces son relaciones de intercambio. Yo no voy a hacerles favores ni nada, son relaciones de intercambio donde yo traigo algo y si ellos tienen algo que a mí me gusta, es una relación muy horizontal e igualitaria.

—¿Qué otros planes tienes después de la serie?

Vamos a retomar otra temporada de Macbeth. Después tengo que hacer algo nuevo de teatro en el Milagro, iba a ser una película en Argentina, pero se pospuso para el siguiente año.

—¿Los mexicanos debemos adjudicarnos el Oscar que ganó Alfonso Cuarón?

Hay una cosa emocional, de cariño: si un astronauta mexicano llega a la Luna, aunque haya sido entrenado allá y vaya en un cohete de allá, se siente orgullo; igual, para mí Alfonso va en cohete de Hollywood, empezó su carrera aquí, pero siento que él es muy mexicano en mentalidad y en su manera de trabajar. No ha perdido la agudeza y la jiribilla mexicana.

—¿Es una apertura para nuestro cine el Oscar de Cuarón?

No, esa apertura ya existe. Cuando empezábamos Alfonso y yo no había. Después vinieron las distribuidoras gringas y hasta producen aquí, ya vieron que aquí hay mucho talento. Alfonso lo logró y hasta puede aconsejar a otros mexicanos para que hagan lo mismo. Son carreras personales en las que tienes que picar piedra.

—¿Te interesa Hollywood?

Sí, pero no lo he hecho con el suficiente empeño, sí me gustaría, pero para hacer eso hay que hacerle como Alfonso: chingue y chingue y mientras sus compañeros hacían películas, él estaba tocando puertas, leyendo guiones y pasaron muchos años sin que hiciera nada y yo le decía, “pues ya regrésate y ve filmando”. Se fue así, con gran empeño, hasta que lo logró y eso da gusto.

hch

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Autor : 
Juan Hernández / Fotos: Selene Vargas
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