
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de febrero.- Con un mensaje de respeto y respaldo al actual gobierno federal y a su estrategia de seguridad, anoche regresó a la escena pública el expresidente Felipe Calderón Hinojosa quien, al igual que sus excolaboradores, fue insistente en aclarar que su agenda no tiene alcances políticos ni partidistas.
Antes de recibir a los 500 invitados a la cena por la que cada uno pagó cinco mil pesos en el Club de Industriales, el exmandatario se acercó a los representantes de los medios de comunicación para ofrecer detalles de lo que, dijo, será su tarea en la Fundación de Desarrollo Humano Sustentable.
Cuestionado sobre la responsabilidad que se le atribuye por la actual situación de su natal Michoacán, Calderón planteó: “Yo respeto mucho todos los puntos de vista y reitero que ojalá que los esfuerzos que realiza el gobierno federal puedan fructificar y para eso, como siempre lo he sostenido, será clave el fortalecimiento institucional”.
También se le requirió su opinión sobre la forma en que el actual gobierno afronta el problema: “Respeto plenamente la política implementada por el presidente Peña Nieto y hago votos por que tenga éxito, por el bien de México. Es un problema muy delicado que está en la mayor preocupación de las mexicanas y los mexicanos y deseo que las cosas vayan bien”.
Lo siguen las protestas
Cuando ya Calderón, acompañado de su esposa, Margarita Zavala, esperaba a los invitados, a las afueras del hotel Marriot llegó medio centenar de manifestantes que corearon consignas en su contra, mientras ondeaban mantas en las que se leía la interrogante: “¿Y los cien mil muertos de tu sexenio?”.
Otras cartulinas lo comparaban con el expresidente Carlos Salinas de Gortari y unas más estaban dirigidas al senador Ernesto Cordero: “Con seis mil al mes mi familia se está muriendo de hambre y tú a toda madre”.
El fantasma de la crisis de su estado rondaba entre las protestas: “Calderón paseando y Michoacán sangrando”.
Ausencias que pesan
Después de saludar de mano a cada uno de los asistentes a la cena privada, el expresidente ofreció un mensaje sobre la relevancia de impulsar un desarrollo que no comprometa a las futuras generaciones.
Según reseñó el exsecretario del Trabajo, el senador Javier Lozano, no hubo mención alguna de la actual administración federal ni en torno del PAN.
Pero hasta el final de la convivencia se quedaron con el anfitrión dos de los aspirantes a dirigir su partido: el senador Ernesto Cordero y el exgobernador de Guanajuato Juan Manuel Oliva.
La gran ausente de la noche fue la excandidata presidencial y ex titular de la SEP, Josefina Vázquez Mota.
Otros integrantes del que fue su gabinete pasaron lista: Bruno Ferrari, Jordi Herrera, don Luis H. Álvarez, el hoy diputado Max Cortázar, Gerado Ruiz Mateos, José Luis Luege Tamargo, Alfredo Elías Ayub, Daniel Karam, su exsecretario particular, Roberto Gil Zuarth, así como quien fuera hasta el primero de diciembre de 2012 su secretaria privada, Aitza Aguilar.
De ese grupo compacto únicamente faltó Alejandra Sota, quien fuera su vocera.
Llegó Diego Fernández de Cevallos, pero ninguna otra figura destacada de la cúpula del PAN acudió.
También hubo legisladores. Del Senado llegaron su hermana, Luisa María Calderón, además Mariana Gómez del Campo y Héctor Larios. De la Cámara de Diputados acudieron Fernando Rodríguez Doval, Esther Quintana, José Guillermo Anaya, Elizabeth Yáñez, Homero Niño de Rivera y Eufrosina Cruz.
Se sumaron a la convocatoria, además, el premio Nobel de Química, Mario Molina, y los gobernadores, Guillermo Padrés, de Sonora, Marcos Covarrubias, de Baja California Sur, y los padres del extinto Juan Camilo Mouriño.





